martes, 9 de septiembre de 2008

Pueblo iraní atrapado en una doble vida, Capítulo 4

Una vida de apariencias


"Parte de esa nostalgia que llevamos dentro es porque desde pequeños aprendemos a decir mentiras. Si en el colegio nos preguntan si nuestros padres rezan, tenemos que decir que sí. Si nos preguntan si nuestros padres beben, tenemos que decir que no. Si nos preguntan si nuestra madre usa velo en casa frente a extraños, también tenemos que decir sí. Eso nos enseña a llevar una doble vida desde pequeños que al final no nos deja saber quiénes somos”, me dijo la actriz en aquella conversación que tuvimos en el norte de Irán, donde ella filmaba una película.

Todas estas presiones a las que están sometidos los iraníes desde pequeños hacen que sean expertos en aparentar. Saben exactamente que en la vida hay que tener varias caras y por eso una buena parte de la población no tiene problemas morales en mostrar que son buenos musulmanes, así no les importe la religión y estén cansados de los clérigos.

Afirman que apoyan al régimen, así ya no estén interesados en la política; que creen en la Revolución, así consideren que ha sido uno de los grandes errores que han cometido en su vida, y que respetan las normas de comportamiento de la Revolución islámica, así las detesten y las rompan en privado todo el tiempo. “Esa doble vida termina por afectar la percepción de la realidad”, me dijo uno de los psicólogos con los que hablé sobre el tema.

Lo interesante de todo esto es que después de vivir un tiempo en Teherán se aprende que lo mejor es que nadie sepa nada de la vida de uno. Se tienen amigos, se comparte con ellos, pero lo mejor es no hablar del trabajo, ni de las otras personas que uno conoce, ni con quién se fue de vacaciones, ni en qué fiesta estuvo ni con quién está saliendo. Esas cosas, por lo general, se quedan en el archivo personal o sólo se le cuentan, a medias, a la amiga cercana. Y nunca por completo.

La dificultad para decir lo que quieren o piensan se relaciona con un concepto también cultural que se llama Tarof y que tiene que ver con una cortesía excesiva que lleva al iraní a decir todo el tiempo cosas que no siente, y a no ser sincero. Esto también los lleva a ser distantes, aunque no lo parecen de entrada.

Fotografía tomada de la página: http://img.diariodelviajero.com/2007/06/Iran.jpg

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